Directores de teatro premiados Federico Herrero Nicolás Francisco Herrero

Para entender la historia del teatro hay que comprender primero el aporte folklórico, la tradición cultural aborigen de cada provincia, la introducción de todas las razas que formaron nuestra esencia étnica, desde el negro hasta el indio pasando por todos los inmigrantes que llegaron antes y después. Todo esto forzosamente ha de influir sobre el teatro. Al incorporarse el sentido de que ser americano no implica exclusión de lo europeo, la voz de su teatro mezclará también lo europeo. Y entonces lo que llamamos teatro argentino será la forja de toda esta interrelación.

Lo que sí podemos afirmar categóricamente que hay un teatro nativo y su arquetipo racial no nació en Europa, aunque de allí hayan llegado: los vocablos, la guitarra y el dibujo de sus principales danzas. También la métrica octasílaba.

Vamos a encontrar influencia de las ceremonias aborígenes americanas donde sin duda ya palpitaba en germen, un estilo teatral. De ahí que surgieran obras como Ollantay, que es la historia de un guerrero rebelado contra el poder del Inca. Aunque esta obra se le atribuye al cura Antonio Valdez no pierde por eso su importancia como raíz o semilla de otras obras americanas. En lo que se refiere al teatro argentino en sí, más que marcarlo desde el circo a nuestros días, podríamos hacer otra clasificación y decir que: hubo un antes y un después de Florencio Sánchez, y este autor era uruguayo, pero vivió y creó en Buenos Aires.

Pero volviendo a los orígenes diremos que después de las luchas internas y como consecuencia de la estabilidad que daba el período de Organización Nacional surgieron nuevas salas destinadas a las representaciones teatrales.

Antes habían existido los teatros ambulantes donde se mezclaba la obra teatral y el circo. Ese circo que tiene como primer nombre de mujer a Ana Josefa Echeverría surge en 1808 como espectáculos organizados por José Cortés y se llamaba Teatro del Sol, continuaba la tarea del Teatro Coliseo, cerrado por las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Cortés ya había hecho en Buenos Aires sombras chinescas y habilidades acrobáticas. Hacia el año 1830 aparecen importantes compañías circenses en gira, pero eran italianos: los Chiarini. 

Más tarde llega uno norteamericano y los Chiarini siguen su gira por el mundo llegando incluso a Japón. Retornaron a Buenos Aires en 1869 con los nuevos miembros de la familia, que como verdaderas dinastías, seguían la tradición de padres a hijos.

Otros artistas criollos forman su propia compañía de circo en 1836 y se presentan en un nuevo espacio: el Jardín de Retiro, actual calle Esmeralda entre Santa Fe y Charcas. Toman el nombre de Circo Olímpico. Actúan varias mujeres, entre ellas Baldomera Viera, Manuela Donado, Catalina Manzanares.

Con el tiempo el teatro pasará a llamarse directamente Teatro del Retiro. Ya en 1843 competían perfectamente con otros teatros de Buenos Aires.

En Octubre de 1852 llega la familia Henault que presenta su número en el Teatro Argentino, pero es netamente circense. La familia se queda y termina trabajando, incluidos sus hijos Félix y Anita Henault en el Circo Olímpico que levanta sus carpas ahora en Puente Barracas y luego en Plaza del Parque.

En 1874 su hijo Félix reaparecerá en Buenos Aires con el Circo Francés. Y para el Centenario sus nietos se presentarán como Circo Nacional, pero con teatro, eran la cuarta generación de artistas. 

Y si hablamos de circo no podemos olvidar a los Podestá. José Podestá se había casado en 1882 mientras actuaba en Rosario en el circo de Raffetto con Baldomera Arias. Con ella, sus hermanos y sus sobrinas forma el Circo Podestá de inclinada ideología gauchesca. Y en 1890 ya está interpretando Juan Moreira donde sus sobrinas María y María Esther actúan. Después esta familia, como muchas otras que se habían iniciado en el circo, eligen pasar al teatro tradicional. Dejan los carromatos y viajan para actuar en ámbitos cerrados y más importantes. 
Queda solo para cerrar el tema circo el caso del circo Raffetto que en 1893 produce la representación de Juan Moreira, que curiosamente fue totalmente interpretado por mujeres, con Agustina Raffetto haciendo el papel principal que le valió una excelente nota en el periódico El Diario sobre los roles femeninos. En 1900 una compañía de dramas criolloshace una gira por España presentando en Barcelona y Madrid el Moreira con éxito. La novedad era una payadora que se presenta como discípula de Gabino Ezeiza. En 1916 José Podestá, después de haber hecho teatro con buenos resultados, vuelve al circo criollo para hacer una temporada. Le resulta muy difícil dejar las técnicas circenses tan arraigadas en la familia y en un público que prefería esta forma de espectáculo. El circo gustaba y la carpa se llenaba siempre. De este teatro o circo de los Podestá surgen figuras como Olinda Bozán, nacida bajo la carpa, hija de actores y que debuta siendo una niña y se casa a los 14 años con Pablo Podestá. De estas familias de circo, payasos, trapecistas serán famosos luego, en el teatro cómico y del otro, actrices y vedettes como Margarita Padín, quien recibió hace dos años el Premio Podestá de la Asociación Argentina de Actores.