Antes de dirigir su primer largometraje, Resnais también había adquirido experiencia en el cine como montador para directores.. La pareja de temas que habían ya motivado sus obras documentales —la guerra y la memoria— formaron también la base de su primer largometraje, Hiroshima mon amour año 1959, sobre guion de la destacada escritora Marguerite Duras. En ésta obra, Resnais retoma el diseño no lineal de una obra de juventud, los hechos no se narran según el orden convencional de la cronología, sino que se evocan a través de los sucesivos recuerdos que dos sobrevivientes de la guerra van reviviendo gracias a un romance. A la noción ya establecida de que la huella del pasado es la que conforma el presente de los protagonistas, el montaje suma la sugerencia de que el pasado irrecuperable se modifica también por las experiencias posteriores, y asimila la fragilidad de la memoria a la de las víctimas de la tragedia de Hiroshima, cuya imagen se reitera a lo largo de la película.